La vez que bajo a Sevilla y no cae ni una gota, la vez que hay ese sol de invierno que hace que te plantees en serio la posibilidad de mudarte al Sur de octubre a marzo, es la misma vez que tengo que quedarme recluída cerrando trabajos y haciendo saltos mortales. La vez, en fin, que podría estar disfrutando de las terracitas y de los desayunos y no, aún no he tomado un desayuno sevillano.
Así que, desde un triste y sin embargo característico locutorio cerca de casa, subo esta tostada de Casa Moreno, esperando poder hacer una escapadita allí el miércoles.
Vuelvo a escribir, mañana tengo que hablar y cocinar, el jueves Vía de la Plata para arriba y en seguida bajamos otra vez a Madrid. No hay queja!